27 feb 2010

Caidas y Margaritas

De repente caí de rodillas en la vereda de enfrente, camino al almacen. Ella estaba justo en frente, cruzó la vereda y me preguntó si estaba bien. Le dije que si con mis mas tiernos ojos. Yo me sacudí la pollera gastada de jean que llevaba puesta y por primera vez en mucho tiempo sonreí con ganas, sonreí de verdad. No volvió a decir más nada, Diana, la hija de Marcela, mi vecina, me atendió como cualquier otro dia, como a cualquier otro cliente, con su sonrisa sombría adornada con un piercing en la parte superior izquierda de sus labios pálidos. Salí del lugar con una cerveza en mi mano derecha y una bolsa con unas pequeñas cosas en la otra. Crucé la calle casi sin mirar, tuve asuerte de no haber sido atropellada. Caminé sumida en mis pensamientos hasta que me topé con un canteo lleno de margaritas, eran mis flores preferidas. Las miré y por algun extraño acontesimiento de la vida pude entender todo. Me contesté esa pregunta que siempre me habia hecho ¿Que quería? no... mejor, ¿Quien soy? Soy Cachorra Enamorada! Miré hacia atrás y me di cuenta que Diana me encantaba. Habían pasado 3 años ya, Emiliano, Agustina, Renzo, L, Fran, Virgi... De un momento a otro dejó de doler. Estaba feliz. Después de mucho tiempo... Ya no quería amigos, no quería a Emi ni a Agus, tampoco quería encadenarme a la ilusion que L me habia generado. No más. Gracias a Diana volví a ser feliz, gracias a ella y a su sonrisa sombria. Y gracias a ella tambien, es que ahora no me da fiaca ir al almacén :D

19 feb 2010

Sueños

Me senté en la vereda, caliente por el sol. Abracé mis piernas y apoyé mi cabeza entre estas. Me quedé dandole la espalda al mundo, viendo esa casa donde Virginia y yo habiamos aprendido a vivir, donde ella fué niña otra vez y donde yo entendí lo que era tener un amigo. Me quedé ahi un largo rato. Mis carcajadas resonaban en toda la calle solitaria. Nadie escuchaba. Era un fantasma en una ciudad desierta. Sin sentido de ser. Reí tanto... y lloré. Fue una mezcla de sentimientos extrema. Dolía demasiado, pero a la vez se sentía dulce. Los recuerdos, los sonidos, los sabores que vivi con ella aun vibraban en mi. El sol quemó mi piel con su ultimo aliento, pero tambien quemó mis heridas. Fueron solo momentos pequeños en los que sufrí más que nunca y en los que fuí más feliz que nunca, tambien. Nunca más sentí la partida de Virginia como si me estuvieran arracando el corazon con una cuchara. Solo esas largas horas saladas. Nunca más fui tan feliz como lo fuí ese crepúsculo. Nunca más volví a esa casa. Nunca más vi ni siquiera una sombra de Virginia. Solo en mis sueños, aun vivia ahi y me visitaba todos los viernes de verano.


Volví a casa. Mi vieja me tomó del brazo, me gritó un par de cosas que no escuché. Sus ojos estaban empapados. Me pegó. Yo solo reí, aunque en realidad queria llorar. No se si fué por impotencia o porque estaba sobrepasada de TODO. Ella se sentó en el suelo y se puso a llorar. Yo caminé hacia mi pieza. Me encerré en ella y me fui a dormir.

¿Me creería si le dijera que aún sigo soñando con ella? ¿Ella soñará conmigo tambien?